La hija de Obbatalá

Obbatalá tenía una hija muy dulce, sencilla y bella, que era la felicidad del padre. La muchacha tenía tres enamorados: Ofo, Aro e Ikú. Como es de suponer, Obbatalá tenía ante sí un dilema complejo, porque si daba la mano de su hija a uno de ellos, los otros dos se vengarían. Por ello, su elección, cualquiera que fuese, ponía en peligro la vida de su hija, tan querida para él.

Entonces Obbatalá se transformó en una paloma y se posó en un árbol frondoso de flores multicolores, que representaban todas las virtudes de que gozaba su reinado, pero se sintió muy desgraciado. Así pensando, se quedó dormido profundamente. Cuando despertó, recordó lo que había soñado y se apresuró a emitir un decreto para todo el reino. Este decía: «Quien me traiga un venado, se casará con mi hija».

En esos tiempos, los venados escaseaban y eran muy difíciles de cazar. En el mismo monte intrincado alrededor del palacio, vivía un campesino que adoraba en silencio a la hija de Obbatalá y había decidido llevarle el venado solicitado, pero antes consultó con Orula su decisión. En la consulta se le indicó que hiciera ebbó con cascarilla, babosas, achó fun fun, merengue y un palo de su tamaño. También se le recomendó que después fuera al monte a cantar.

Así lo hizo el campesino y su canto era tan melodioso y dulce, que sus ecos se asemejaban a voces suaves venidas de otro mundo. Ikú, que venía por el camino, se detuvo a escuchar, porque también sabía del decreto y traía en un saco el tan ansiado venado. Alucinado, dejó caer el saco y quedó como petrificado.

El campesino aprovechó la situación, agarró el saco y de inmediato, se lo llevó a Obbatalá, quien le dio su hija en matrimonio. Esto le sucedió al buen hombre por los consejos sabios de Orula. Así por mandato de Obbatalá, Eshú, Oggún y Orula, quedaron atrapados Ofo, Aro e Ikú y no pudieron hacer ningún daño.

Maferefun Obvatalá, Maferefun los orishas.