Obatalá es el Orisha de la creación, es el dueño de todas las cabezas su nombre se compone de los vocablos Obba– Rey, ta–Brillar sobre, lá– todo; o sea, Obatalá significa: ¨Rey que brilla sobre todo¨.
Se dice que fue el que esculpió la forma del hombre en la vagina de las mujeres, uno de los Orishas más viejos, se dice que tiene igual número caminos o avatares que Odduduwa, divididos en aspectos femeninos y masculinos; los más antiguos de todos los Obatalá son el primer matrimonio compuesto por Oshalufon y Orisha Aye.
Existe una controversia con respecto a los Orishas femeninos (aquí en Cuba), a los cuales se le saca las otá y se les deja solo el dilogún, las piezas, un caracol de mar largo, de la especie Cobo Okinkonke que representa el aspecto místico de Orisha Aye, donde se dice que los Obatalá hembras nacieron en el mar, y los machos en la tierra, y de la unión de ambos se creó la especie humana en general.
El primer Obatalá que salió del mar fue Orisha Aye.
Obatalá habla en muchos oddun de Ifá pero su descenso a la tierra fue en el oddun Baba Eyiogbe, aunque la construcción de las cabezas en su formación ;o sea, es en el oddun Ogunda Meyi y Ogbe Yono que son regidos por Ayala que es el Obatalá encargado por Olofin para la construcción de las cabezas humanas, por eso es que cuando hay guerra de santos por la posesión de una cabeza se corona a Obatalá para que así aplaque todas las guerras que haya sobre esa leri, pues todos le deben obediencia por ser él, el dueño del mundo.
Obbatalá es una de las deidades más importantes de la Regla de Osha-Ifá. Es el orisha mayor, artífice del ser humano y creador de la tierra. Es la deidad que representa la pureza por excelencia, dueño de lo blanco, de las cabezas, del pensamiento y de los sueños. Hijo de Oloddumare y Olofin. Cuando Dios vino a la tierra para ver su obra, bajó con su hijo Obbatalá.
Es un osha y está en el grupo de los oshas de cabecera. Abraza a todos sus hijos con paciencia y amor. Entre sus muchas cualidades se destacan dar inteligencia, paz y calma al mundo.
Olofin envió a Obbatalá a la tierra para hacer el bien y para que gobernara como rey del planeta. Es pacífico y misericordioso. Le gusta la armonía. Gobierna la buena conducta y puede tranquilizar a su hijo Oggún Areré y a Changó. Tiene el respeto de los orishas, quienes lo buscan como abogado. Nadie puede desnudarse ante él ni decir frases injuriosas. El respeto caracteriza a sus hijos. Se dice que posee 24 caminos o avatares y es la única deidad que tiene caminos femeninos y masculinos. Su castillo tiene 16 ventanas y no admiten ni el sol, ni el sereno, ni el aire.
Obbatalá es orisha que rige sobre todas las cabezas. En muchas ocasiones se le invoca para evitar problemas con los otros orishas. Es amante de todo lo que es blanco y limpio, porque simbolizan la pureza.
No gusta de la brujería. Se le representa de diferentes maneras, según el camino que sea.
Por ejemplo, muchas veces como un anciano encorvado, de andar lento y pausado. Sin embargo, en otros caminos se presenta como un joven vigoroso y diestro. Utiliza un bastón que es una varilla metálica de color blanco. Esta simboliza la vara invisible que va del cielo a la tierra.
Para buscar a Obbatalá se debe ir a lo más alto de una loma o montaña. Está en la nieve que viste de blanco la cumbre de la montaña y allí se manifiesta como el hombre viejo y sabio de la colina, en la nieve que viene del cielo. Obatalá ofrece justicia, la renovación y un nuevo comienzo. Sus hijos directos son los albinos y aquellas personas que nacen con discapacidades mentales, físicas o ambas.
Sus sacerdotes se llaman Oshabí. En la naturaleza está simbolizado por las montañas. Es el que intercede ante cualquier osha u orisha por cualquier individuo ante una dificultad que tenga, porque se considera el padre del género humano y dueño de todas las cabezas.
Cuando no se puede definir y no se sabe cuál es el Ángel de la Guarda de un individuo, Obbatalá es el osha que se le consagra. Su número es el 8 y sus múltiplos y su color es el blanco. Se saluda: « ¡Jekúa Babá!». En el diloggún habla por Elleunle (8).
A Obbatalá prefiere los lugares oscuros. De ahí que cuando se monta su altar, se debe poner sobre el mismo un paño para mantenerlo alejado de la luz.
Es el gran orisha, Rey de la humanidad. En la Santería o Regla de Osha-Ifá se le considera padre y en ocasiones madre de todos los orishas, en dependencia de los patakíes.
Obbatalá vive en una sopera que puede ser de plata, de algún metal plateado o de losa blanca. Lleva cuatro piedras y ocho en el caso que sea Olorí. Sin embargo, se dice también que cuando lleva ocho piedras, nace en el oddún de Ifá ofun nagbe con los llamados oke (de la loma) y con collares de cuentas blancas. Sus piedras no admiten sereno, aire o sol.
Sus atributos son una manilla de plata, un igbín (caracoles), babosas, dos huevos de marfil, nácar u ónice blancos. Lleva además un rabo de caballo blanco, un majá, un sol, una cadena, una luna llena, una media luna, una mano empuñando un cetro, un cayado, palomas de metal y una campana plateada. Sus collares son totalmente blancos, aunque en algunos caminos se intercalan cuentas de otros colores. Todos sus objetos se envuelven en algodón.
El cetro de poder de Obbatalá se llama opa. Tiene también un brazalete de plata y siempre se viste de blanco. En sus caminos de guerrero lleva una banda roja sobre el pecho. Los soles y lunas se cosen a su traje y lleva además ocho pañuelos atados alrededor de su cintura.
Cuando Obbatalá baja, baila de acuerdo a su camino. Para honrarlo los bailadores imitan los movimientos suaves y doblados de una persona muy anciana. Sin embargo, en sus caminos de guerrero baila como si estuviera blandiendo su espada. Habla muy bajito y hace predicciones, limpiando a los presentes con el iruke (rabo de caballo blanco).
Sus hierbas son la campana, la acacia, la achicoria, el algodón, el bledo blanco, la artemisa, la atipolá, el bejuco de la virgen, el azafrán, la azucena, el canutillo blanco, el coco, el coquito africano, el galán de día y de noche, el incienso, la malva, la salvia y el trébol.
Obbatalá es el dueño de la plata y los metales blancos, tiene una corona con dieciséis plumas de loro, aunque usualmente se utilizan solo cuatro. Lleva luna y sol, seis manillas que también pueden ser dos, cuatro, ocho o dieciséis. También se le pone una mano de plata que empuña un cetro, dos huevos de marfil, ocho o dieciséis babosas, manteca de cacao, cascarilla y algodón. Le pertenece la pandereta, y lleva además una bandera blanca.
Es el dueño de la ceiba y su vellón es el algodón. Es por ello que su rama se coloca sobre la estera para el kari-osha de su yabó. Se le pone también una campana de plata.
Entre sus herramientas se encuentran una opa, un bastón de mando, una manilla, el sol, la luna, un majá, un puayé u opayé, así como un cetro y un rabo de caballo blanco.
Aclaración: El uso de unos anteojos es desacertado porque estos se utilizan para que una persona mejore su visión. Se debe remplazar por un ojo, que es el elemento que simboliza la videncia. Algo similar sucede con el bastón. Realmente debe utilizarse es un cetro que lo lleva como símbolo de supremacía y poder, y no como símbolo de vejes y apoyo.
El collar de Obbatalá es blanco y se hace con cuentas del color típico de acuerdo a cada camino. Por ejemplo, el collar de Ayagguna, Ochagriñan, y Oshalufón lleva cuentas rojas cada 24 cuentas blancas y admite además caracoles. En el de Oba Moró, en vez de coral o cuenta roja se emplea una morada. En el collar de Oshanlá, las cuentas son de marfil o nácar y cada dieciséis cuentas. Todos los Obbatalá llevan cuatro de color cacao y únicamente en Agguema se combinan cuentas blancas y verdes.
Obbatalá viste siempre de blanco, aunque sus caminos guerreros llevan una banda roja cruzada al pecho, mientras que Oba Moró lo visten de morado tal como hace Jesús Nazareno. En ocasiones se le bordan custodias del Santísimo Sacramento y cintas en número de ocho.
Sus animales son la serpiente, la chiva, la guinea, la paloma y la gallina blanca. Entre sus prohibiciones figuran cangrejo, jutías y bebidas alcohólicas. Las comidas favoritas son el arroz blanco, el merengue adornado con grageas plateadas, la natilla de leche, cuatro litros de leche en tazas sobre platos blancos, el arroz con leche en polvo en ocho platos blancos, el arroz con leche sin sal y manteca de cacao, la calabaza blanca, y la champola. De igual manera gusta de las frutas que se sienten arenosas o granulosas al paladar como la granada, el anón, el zapote y la guanábana.
También se le ofrenda arroz, maíz, alpiste y otros granos. Caracoles y babosas. Bolas de ñame y malanga, bolas de manteca de cacao y cascarilla, y en general, cualquier comida blanca y sin sal. En los bailes de este santo los participantes imitan los movimientos suaves de un anciano, de un jinete que empuña una espada, o sacuden el rabo de un caballo blanco para limpiar los caminos.
En el asiento de Obbatalá no pueden faltar el bledo de clavo, el saúco blanco, la campana, la carquesa, el algodón, el aguinaldo blanco, la higuereta, el almendro, la guanábana, la jagua blanca y la chiva blanca.